La confianza del ciudadano en las grandes instituciones sociales del capitalismo tardío ha descendido a mínimos históricos a lo largo de la Gran Recesión, tras un rosario de fraudes, corruptelas, crisis económica sostenida y aumento exponencial de la desigualdad. Sin embargo, la escuela necesita esa confianza para desarrollar su elevada misión: formar ciudadanos libres, críticos y capaces. Cada escuela en particular necesita recuperar confianza mediante el desarrollo de relaciones de colaboración profundas y duraderas que la conviertan en una comunidad de práctica y se haga así merecedora del respeto y la confianza de la comunidad educativa.
Sabemos que la comunidad es el medio ideal para el desarrollo de la cooperación y el sentimiento de afiliación, pues cohesiona a las organizaciones mediante un consenso moral que, al mismo tiempo, reconoce las diferencias. También es el medio idóneo para la mejora escolar y el desarrollo profesional docente, pues solo si los cambios y las innovaciones se incrustan en una cultura institucional ampliamente compartida conseguirán hacerse sostenibles y duraderos. Cuando la fría organización burocrática se convierte en una comunidad, la trama de la colaboración se hace más densa, la confianza necesaria para ensayar nuevas fórmulas se extiende, el liderazgo y el conocimiento organizativo se distribuyen, y esto concita en sus miembros un orgullo de pertenencia que los proyecta hacia la mejora.
Pues bien, CILME 2023 convoca a educadores y académicos a presentar experiencias, modelos, enfoques, etc, que permitan avanzar y profundizar en el conocimiento y en la práctica de nuevas y viejas fórmulas que estén haciendo actualmente y que hagan de las escuelas en el futuro verdaderas comunidades de práctica y de aprendizaje para todos sus miembros: alumnos, docentes, familias y administradores de la educación.